LA BAHÍA DE HALONG, UN LABERINTO EN PLENO MAR
CASI TRES MIL ISLAS E ISLOTES CONFORMAN ESTA
BAHÍA , POBLADA POR PESCADORES Y LEYENDAS
La
bahía de Halong tiene numerosas grutas que sirven de refugio para las familias
de pescadores
La
república socialista de Vietnam es una franja de tierra bañada por el mar de
China con una población de 92 millones de personas, siendo una de las
superpoblaciones mayores del planeta. Por ello, visitar la bahía de Halong
supone trasladarse a un entorno más aislado y tranquilo pues la única forma de
visitarla es en barca. Algunos hallazgos recientes nos muestran la existencia
de una cultura Halong que se remonta a finales de la época neolítica.
El
arenal de Bai Chay no se corresponde con la imagen idílica de anuncios y revistas.
Un oleaje tranquilo remueve las basuras de la playa, donde las pieles de
naranjas, piñas y plátanos van y vienen haciendo dibujos en el borde del agua.
Hay muchas mujeres que destripan y descaman pescado con grandes cuchillos y los
hombres tiran de las cuerdas de sus barcas hasta dejarlas aseguradas en la
arena. Es difícil vagabundear sin que los alegres marineros te hagan señales
continuamente con la mano para que subas a bordo de sus embarcaciones para dar
un paseo por la bahía de Halong. Finalmente un espabilado joven me convence
para embarcar en su nave y partir para una excursión de dos días.
La primera panorámica en la bahía es la de
cientos de velas coloridas aunque de aspecto sucio y pescadores vestidos con
traje tradicional y sombrero de paja en forma de cono. El agua es de un color
azul cristalino y en el horizonte una cadena de montañas marrones y verdosas
que amenazan con cerrarnos el paso.
NO HAY NADA QUE TEMER
Ya no quedan
minas de guerra en Halong , pues la bahía fue limpiada por el ejército
norteamericano, que fue quien las había echado anteriormente en 1973. Por lo
tanto , no hay nada que temer, aunque los pescadores todavía encuentran con sus
redes alguna bomba. Lo que si se debe temer es Tarasque. Es la bestia marina
que según las leyendas locales habita en las turbias aguas de la bahía de
Halong. No es fácil ver a Tarasque, pero
la población local cree a ciegas en su existencia y muchos dicen habérsela
encontrado. Su aspecto es el de un dragón acuático y no solo devora a la gente,
también la mata, y además es el responsable de estos 3.800 kilómetros cuadrados
de montañas de piedra. Su nombre significa el dragón que se introduce en el
mar.
UN ESPECTÁCULO EN PIEDRA
Halong
está formado por casi tres mil islas e islotes de diferentes tamaños, que
forman un laberinto de piedra a tan solo una hora de navegación de Bai Chay.
Destacan las islas de Canh Cuonc al norte y Cat Ba al sur. Es un parque
nacional con diferentes ecosistemas, desde selvas tropicales a lagos de agua
dulce. Destacan el manglar litoral y los arrecifes de coral, que son
frecuentados por numerosos delfines. Entre la fauna de la isla podemos
encontrar monos, jabalís, ciervos y ardillas y también muchas aves acuáticas,
reptiles y anfibios.
Hasta
el siglo pasado fue guarida de piratas chinos y vietnamitas, pero actualmente
la población se dedica a la agricultura y la pesca. Con el desarrollo del
turismo, los habitantes han empezado a alquilar motoras para las visitas
turísticas, también empieza el alquiler de alojamientos privados, restaurantes
y chiringuitos de comida. La visita a la isla dura alrededor de seis horas.
En
la bahía de Halong son famosos los cormoranes, esas aves que entran al agua
como misiles quedando sumergidas durante muchos segundos, y quedan flotando
durante horas en la superficie a muchos metros del lugar donde se habían
hundido. Es un ave muy confiada y dejan que los barcos se acerquen hasta ellos.
En el agua queda reflejada la sombra de las gigantes rocas con sus altos picos
que en algunos casos superan los treinta metros, proyectan sombras alargadas y
mantienen las verdes aguas libres de la luz del sol. Aunque todas las islas e
islotes se parecen entre sí, cada uno es peculiar, con su propia forma, sus
diferentes árboles y sus plantas que cuelgan. Muchos de ellos tienen arcos
excavados por las olas, pero al fijarse en ellos se pueden observar las
barquitas de los pescadores que se esconden a la entrada de los túneles. Son
muy frágiles, construidas en cestería y bambú seco, con dos remos
rectangulares. Los pescadores prefieren esconderse en esos lugares porque los
peces no distinguen bien la sombra de la barca y van confiados hasta sus redes.
Una de las famosas cuevas a las que dan entrada estos arcos, se llama Hang Dau
Go o “cueva de las maravillas”, cubierta de estalactitas y con un agua de un
verde jade. Cuevas como esta sirven de refugio para las familias de los
pescadores que pasan largas temporadas en Halong sin tener que volver a tierra.
Los niños corren jugando y haciendo sonar el eco de sus voces en las cuevas, y
las mujeres tienen pequeños fuegos en los que cocinan mientras los hombres
arreglan las redes de pesca. Estas viviendas tienen una sola habitación casi
sin mobiliario y en las que hacen toda la vida: comer, recibir visitas,
dormir... . En ellas nunca faltan los pequeños altares a los antepasados.
Los
vietnamitas se caracterizan por su gran amabilidad y por ello nos invitan a
comer en su sencilla cueva. Una mujer viene con una bandeja cargada con un
cuenco y un par de palillos para cada uno, y para compartir una gran palangana
de plástico llena de arroz blanco y una fuente de pescado recién capturado por
el padre. De postre nos ofrecen rambutanes, una fruta redonda, rojiza y peluda.
A pocos kilómetros de este paraíso, las grandes
ciudades se transforman a gran velocidad luchando por mantener sus tradiciones
pero conviviendo con la modernidad que está transformando a este ancestral
dragón.
Fuentes de información:
MARIAM GRIOUI 3ESOB